El transeúnte miró cuando clavaban en el tronco de un samán un cartel de metal que tenía la siguiente inscripción “CRISTO VUELVE”. Con el tiempo la inscripción se fue borrando poco a poco a medida que el óxido iba apoderándose del metal. Cierto día, al pasar por el camino que lo conduce hacia su trabajo, miró que de la inscripción no quedaba nada y recordó al amor que, al igual que Cristo, no volvió… El transeúnte sintió un clavo lacerándole la vida y se conmovió al pensar que el óxido del tiempo puede borrar hasta las más ingentes promesas.
Ilustración Luisana Pérez
Me gusta! Literalmente es la verdad .
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